Teniendo en cuenta la íntima y ancestral relación que las comunidades humanas han establecido entre religión y moral y una cierta evolución en el campo científico que ha permitido plantear...Show moreTeniendo en cuenta la íntima y ancestral relación que las comunidades humanas han establecido entre religión y moral y una cierta evolución en el campo científico que ha permitido plantear relaciones entre religión y locura, este trabajo se ocupa de las conexiones que se pueden fijar entre religión, moral y locura a la luz de la novela Delirio de la escritora Laura Restrepo y el contexto en el cual se desarrolla. A través de un recorrido teórico por estos conceptos desde las perspectivas filosófica, psicológica y sociológica, se encontró que coinciden en varios puntos en los que la culpa aparece como un elemento común y transversal que a la vez se relaciona con ritos de exclusión. Toda sociedad a través de instituciones de control social como la Iglesia y el Estado, establece reglas que permiten distinguir entre lo normal y lo anormal las cuales son transmitidas a través de la escuela y la familia, como aparatos pedagógicos. Desde una perspectiva crítica, en sociedades religiosas como las latinoamericanas, en contraste con las sociedades laicas, la conciencia moral y el deber religioso tienden a identificarse como uno solo lo que supone aceptar las creencias que por medio de ritos marcan la inclusión o exclusión dentro de la comunidad. Nuestro planteamiento pretende demostrar cómo en sociedades donde la Iglesia católica es pieza clave en el orden social, la moral no es concebida como reflexión racional sobre el deber ser y, en tanto las actitudes se asocian al cumplimiento de prácticas que la religión obliga, se abre la posibilidad de acomodar los hechos a las conveniencias, lo que en el postulado de la novela conduce a un descalabro ético encarnado en el delirio de Agustina, que en el fondo se trata de una crisis de valores de la sociedad colombiana de fin del siglo XX en la que el narcotráfico inundó toda la sociedad y sus prácticas.Show less
It seems to have become a tendency to focus on the negative consequences of higher migration flows. More open borders would supposedly undermine the sovereignty of states and lead to an unfavorable...Show moreIt seems to have become a tendency to focus on the negative consequences of higher migration flows. More open borders would supposedly undermine the sovereignty of states and lead to an unfavorable lack of control over who enters the country and who does not. Yet I believe there are many good reasons to defend looser border controls and actually far fewer reasons to support strict immigration policies. The conviction with which almost every country in the world defends the right to leave a country, while they simultaneously resist to acknowledge a subsequent right to enter another country, is suprising to me. As Phillip Cole pointed out “one cannot consistently assert that there is a fundamental human right to emigration but no such right to immigration; the liberal asymmetry position is morally ethical, but also conceptually incoherent” (Cole, 2000, 46). Cole argues that in case of nation state, the right to exit one’s state is dependent upon entry elsewhere because there is no livable ‘space’ of statelessness (2011, 203-204). I share the same conviction that the notions of depart and entrance are conceptually intertwined. An analysis of the concept of rights, duties and democratic legitimacy will demonstrate that there is a moral right to leave and a subsequent moral right to enter a country.Show less